Desayunar rompe el ayuno nocturno y contribuye a un patrón de alimentación saludable en general, brindándote la energía para comenzar el día y a moderar los niveles de hambre, reduciendo el riesgo de comer en exceso en otras comidas. Si una persona saltea el desayuno, su cuerpo comienza a sufrir de hambruna y de una situación llamada estrés metabólico. Esto la lleva a liberar sustancias que le harán almacenar grasa y obtener calorías de la masa muscular. Las consecuencias serán: dolor de cabeza, cansancio, constipación y sueño, justo en las horas en las que desarrolle actividades de orden intelectual que le demanden energía. Por eso hay que desayunar siempre antes de comenzar la jornada.
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