Hace muchos, muchísimos años cuando empezó a usarse el calendario Gregoriano, (1582 D. de C.) el cual divide al año en 365 días y estos se agrupan en doce meses, las personas empezaron a sentir que un año es muy largo para lograr que se realicen nuestros más profundos deseos y que podamos compartir todas nuestras esperanzas.
Unos años más tarde, en el Estado de Coahuila, México, en una región que actualmente se distingue por el cultivo de la vid, en 1598, el monje Juan Agustín Espinoza fundó la Misión Santa María de las Parras y a sus alrededores se empezó a desarrollar lo que después fue la magnífica ciudad de Parras, Coahuila.
Pasó el tiempo y corría el año de 1705 para iniciar el 1706, cuando durante la fiesta de Año Nuevo en la casa de Doña Álida Enriqueta del Carmen Hernández Ávila de Urdiñola, quien era señora de una de las más antiguas y distinguidas familias de la Provincia de Coahuila, aconteció un hecho trascendente que a los hombres les hizo medir su tenacidad y su fuerza, para cumplir sus propósitos en el término de un año.
En esa fiesta, Doña Álida Enriqueta ofreció a cada uno de sus invitados una copa que además del licor de la celebración, traía doce uvas.
Eran doce uvas escogidas, grandes, brillantes y pulposas.
Les dijo que cada uva, representaba un mes y por cada uva que se comieran debían formular un deseo que les viniera desde lo más profundo del alma, pero tenían que cumplirlo y tenían un año para hacerlo.
La celebración fue un éxito y desde entonces cada 31 de diciembre, el acto de mayor trascendencia en todas las fiestas de año nuevo, es ir sacando uva por uva, de la champaña, del ponche, de la sidra o del calientito de frutas con piquete, comérselas y al mismo tiempo estar formulando un deseo con toda el alma con la esperanza de que se cumpla.
Algunos deseos son:
Nuestros hijos, nuestra familia, nuestro trabajo, un nuevo día, un proyecto, nuestro país, que todos los niños del mundo tengan techo y comida, nuestra salud, que la esperanza y la paz reinen por siempre, un mundo sin guerras, cumplir todas las metas retadoras, el tan esperado fin de la pobreza en el mundo.
Sean cuales sean nuestros doce deseos, tenemos que hacerlos porque ellos nos dan vida y nos dan un propósito para cada uno de los meses del año que inicia.
FELIZ Y PRÓSPERO AÑO 2015
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