La diversidad cultural, considerada por la UNESCO tan fundamental al género humano como lo es la diversidad biológica en los organismos vivos, es una fuerza motriz del desarrollo, no sólo en lo que respecta al crecimiento económico, sino en el enriquecimiento de la vida espiritual, moral, afectiva e intelectual. Es la fuerza necesaria para alcanzar el desarrollo a nivel social y económico con innovación, creatividad y aceptación que nos permite crecer en todos los aspectos. Lo contrario a esto genera conflictos que amenazan la paz, el bienestar, el desarrollo y la dignidad como seres humanos.
En la diversidad hay belleza, cultura y desarrollo. La diversidad en creencias religiosas, música, lenguaje, arte, trabajo y toda actividad humana refleja nuestra cultura como comunidad, sociedad o nación. La diversidad es un patrimonio común que debemos reconocer y consolidar. Como sociedades diversificadas debemos convivir, participar, intercambiar y garantizar el pluralismo. Respetar al otro y su cultura, es respetar las libertades y los derechos humanos. En otras palabras, todos somos parte de este mundo y debemos aceptarnos.
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