El término equinoccio proviene del latín aequus nocte (“noche igual”), que alude al hecho de que ese día la noche y el día tienen aproximadamente la misma duración en todo el mundo, dado que el paralelo de inclinación del Sol coincide con el ecuador a la mitad del planeta.
El equinoccio se produce cuando el sol se encuentra sobre la línea del ecuador, por lo que el día y la noche en ambos hemisferios tienen exactamente la misma duración. Los equinoccios ocurren en marzo (entre los días 19 y el 21) y septiembre (entre los días 21 y el 24) en el hemisferio sur. Este suceso marca el inicio de la primavera, y ocurre cuando los rayos solares caen perpendicularmente sobre el ecuador. De esta manera, durante el equinoccio, el día tiene la misma duración que la noche. Esto ocurre porque, durante el equinoccio, la Tierra se encuentra en una posición en la que la luz solar se distribuye de manera uniforme en todo el planeta. Asimismo, también se produce un fenómeno conocido como la “anulación de la inclinación”.A partir de este momento, los días comienzan a ser cada vez más largos y cálidos en el hemisferio donde empieza la primavera, y al revés en el que da la bienvenida al otoño.
Sólo hay dos épocas del año en las que el eje de la Tierra no está inclinado ni hacia el Sol ni alejándose de él, lo que da como resultado una cantidad “casi” igual de luz diurna y oscuridad en todas las latitudes.
Los solsticios de verano e invierno dan como resultado el día más largo y más corto del año, respectivamente.
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