Educar con disciplina positiva tiene muchos beneficios, como acabamos de ver, pero no siempre es fácil hacerlo sin caer en la permisividad o en el exceso de autoridad en algunos momentos. Encontrar
el equilibrio por parte de los padres requiere paciencia y un proceso de cambio personal, porque si queremos que el niño cambie debemos comenzar cambiando nosotros, nuestra actitud, conductas, y maneras de educar.
Estas cinco pautas y consejos ayudarán a conseguirlo y a educar a tus hijos dentro de los principios de la disciplina positiva:
- Empieza por practicar el respeto mutuo y, para ello, entiende al niño. Es importante ponernos en su lugar, identificando tanto sus creencias como sus emociones –todo aquello que está detrás del comportamiento del pequeño–, porque es fundamental comprender las razones por las que se comporta de una determinada
manera si queremos ayudarle a corregir sus errores. - Elimina el castigo y evita hacerle sentir culpable. Hazle ver que le comprendes y que aceptas su equivocación, pero que le ayudarás a resolver su problema, o al menos a evitar que cometa el mismoerror en futuras ocasiones. A veces recurrimos a los castigos y estos solo sirven para crear culpas; en su lugar podemos hablar con él y explicarle que es normal equivocarse, pero que podemos hacer otras cosas
para no equivocarnos la próxima vez. - No olvides ser firme con tus decisiones, límites y normas, siempre con amabilidad y cariño. Uno de los errores que cometemos al tratar de aplicar la disciplina positiva es alejarnos de la firmeza y caer en
la permisividad. El cariño y el afecto han de ir acompañados de la firmeza; se trata de ser amables y firmes al mismo tiempo. - Deja que sean responsables y no trates de controlar todo, dale oportunidades a tus hijos para actuar de acuerdo a su criterio. Puedes ayudarles a gestionar su comportamiento, pero debes darles la
oportunidad de desarrollarse. Si el niño tiene que encargarse de recoger su ropa, por ejemplo, dejaremos que lo haga sin nuestro control, porque el objetivo es que aprenda a hacerlo y aprenda a ser responsable. - Habla con el niño, y utiliza el diálogo no solo para saber por qué se comporta mal, sino también para ayudarle a entender su comportamiento y favorecer el desarrollo de estrategias para controlarlo.